Ven , donde me puedas ver.
Donde sepas que agonizo,
que me quebra
la lánguida manecilla
de tu tiempo (inexistente).
En tu absurdidad estriba
un murmullo acordonado
una muesca
la sonaja en tu garganta,
los pasos en mi cabeza,
el tumulto.
Son las 3,
y vine en otras manos
o en las mías...
Oscuramente
te des-espero.
Un rechinido de dientes. Genial para leerse con una taza de cancerígeno café y enviar al indeseado al "ya nada nunca jamás contigo".
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