¡Vámonos a donde el sol no pegue! A aquel rincón oscuro que llamamos habitación.
-Vamos a esa madriguera nuestra.
Entiérrate, rebusca, revuelve la matriz de las emociones.
(La invitación me encanta, es de las mías)
Yo le llamo habitación a tu receptáculo de sonidos y caricias.
A tu conservorio hueco de piel cansina.
Deja que las sales del sudor cristalicen en los poros,
que nos disgreguen, nos vuelvan polvo.
Soplarnos mutuamente, para volar, volar, y ser nube efímera.
Partículas con partículas de grises tonalidades, en el espacio
que nos creamos para ser.
Por ahí dicen que a lo que te truje...
Y se me da ser Chencha,
o chacha,
o chucha.
Ranteos medianochezcos en complicidad con mi querido Maggoz.
Para nadie, para variar y jugar sobre las líneas.
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